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¿Cómo pensar que Dios está fuera del tiempo?


Es conocido que Dios es eterno, esto constituye un dogma que todo católico debe creer. Sin embargo, en nuestra finitud se nos hace difícil pensar, ¿cómo es un ser eterno? Algunos filósofos y teólogos evangélicos, en ese afán de entender, terminaron haciendo encajar a Dios en algo llamado eternidad temporal, lo cual suena interesante y constituye un reto intelectual que requiere de gran habilidad, pero que lamentablemente no se corresponde con el Dios que se reveló a los seres humanos y cuya revelación quedó resguardada por la Santa Madre Iglesia.


Entonces, si no hay tal cosa como un Dios eternamente temporal, o al menos es una idea que los católicos debemos rechazar por ir contra la enseñanza infalible del Magisterio, ¿qué nos queda? Pues, el dogma de la eternidad para el católico implica “un ahora permanente” y “falta absoluta de sucesión” en Dios (Ott, 1966) y así debemos entenderla.


Ahora, quiero poner mucho énfasis en esta última parte: “así debemos entenderla”. ¿Qué quiero decir con esto? Sencillamente, que es dificultoso, pero posible entender que Dios está fuera del tiempo. Quiero detenerme a precisar algo. El entender un dogma con las herramientas que la filosofía nos da no es lo mismo que demostrar un dogma con las herramientas que la filosofía nos da. Pienso continuamente que los dogmas declarados por la Iglesia no son conclusiones de argumentos filosóficos bien elaborados que parten de premisas consideradas evidentes y toda la nota esa, sino, fiel al Fides quaerens intellectum enfatizado por San Agustín y San Anselmo, nosotros primero confiamos en el depósito de fe que nos dejó nuestro Señor Jesucristo (la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición) y eso nos abrirá luego las puertas a entender nuestra doctrina y no al revés.


Habiendo aclarado lo anterior, nos queda pensar en cómo entenderemos que Dios está fuera del tiempo. ¿Difícil no? Bueno, sí, pero haremos lo que podamos en este texto. Primero es preciso definir bien los términos, así que pondremos:


Df x está fuera del tiempo = x no se ve afectado por ningún evento E y cualquier acción de x no es un nuevo evento E* que antes no tenía x.


En esta definición consideré al tiempo como relacional, es decir, como la relación entre los eventos que ocurren. Asumí esto porque considero -como muchos- controversial tratar de definir qué es el tiempo sin eventos que ocurran.


Pero con esta definición se hace problemático qué se quiere decir con que “cualquier acción de x no es un nuevo evento E* que antes no tenía x”. Uno tendería a pensar que, más bien, toda acción que hacemos constituye un nuevo evento en nuestra vida, ¿no es así? Genial, pero pensamos en nosotros y no en Dios, por lo que terminamos poniendo a Dios en el mismo plano que nosotros. Digamos que tiene sentido la proposición “hay al menos un x que por cada acción de x es un subevento E* dentro de un megaevento E, tal que E posee a cada E*”.


Pero esto no parece resolver todo el problema, ya que parece una dificultad que a alguien se le puede ocurrir: ¿cómo defines un “subevento de un megaevento”? Digamos que un subevento E* está en un megaevento E si el megaevento E solo ocurre dada la existencia de cada E* que lo compone. Así tienes E*1, E*2, E*3… E*n siendo parte y haciendo que se dé E. Bien, definido ello puede pensarse, contraintuitivamente a la primera definición, que a pesar de todo un E*1, E*2, E*3… E*n hacen imposible el megaevento en sí mismo E, dado que la sola existencia de cada evento por separado no hace posible la existencia de un solo evento que junte a todos los eventos. Me explico: supongamos que tenemos al conjunto de todas las cosas rojas existentes. Entonces, en teoría, si tal conjunto representa la colección de todas las cosas rojas existentes, sería una cosa roja existente en sí misma y se contenería a sí mismo. En principio, los conjuntos que se contienen a sí mismos son posibles, pero en el caso del megaevento E y cada subevento E*, estamos hablando, supuestamente, de dos naturalezas distintas: en E no hay sucesión, mientras que en cada E* sí, por lo que si E se contiene a sí mismo, formaría parte de la sucesión con cada E*, pero al mismo tiempo E no debería representar sucesión alguna.


Algo menos radical es pensar que ese megaevento E puede existir, pero la existencia de los subeventos E* sigue representando un cambio en x o que, en todo caso, puede existir cierto ahorro explicativo en prescindir de E y quedarte solo con cada E*. Otro tema es la presunción mereológica (mereología: estudio de las partes y el todo) que tengas, por ejemplo puedes rechazar que, al menos en ciertas circunstancias, las colecciones de objetos sean un objeto más.


A lo mencionado en el anterior párrafo, pensaba en una posible solución redefiniendo el papel de E*. Esto quedaría así: Hay al menos un x tal que de un solo evento E afecta a p de modo que p percibe E*1, afecta a q de modo que q percibe E*2… afecta a n de modo que n percibe E*n.


Trataré de ponerlo sencillo con un ejemplo otaku: En Naruto Shippuden, ¿recuerdan cuando Nagato revive a toda la aldea de la hoja? Utilizó una técnica para resucitar a los vivos. Pues bien, nada en la información sobre la técnica impide pensar que a pesar que el chakra de Nagato era, efectivamente, uno solo en esencia, el rey del infierno al devolverle sus almas a los muertos podía percibir el chakra de Nagato fragmentado, siendo un fragmento por cada alma. ¿Qué es lo que tenemos ahí? Que hay un chakra C en esencia, pero quien percibía C para la realización del jutsu podía percibir subchakras C* sin que haya división real en C por cada habitante de la aldea de la hoja revivido.


No toqué la parte de "Dios no se ve afectado por ningún evento particular E" porque no lo veo problemático. Además, con la definición anterior que di parece sugerir que los eventos del mundo no son cosas ajenas a Dios, sino que están en participación por la esencia de Dios.


Para ver de una forma sencilla cómo debemos entender los católicos que Dios está fuera del tiempo, revisen el manual de teología dogmática de Ludwig Ott, el cual se encuentra en línea aquí: http://www.obrascatolicas.com/livros/Teologia/Ott_Ludwig_-_Manual_de_Teologia_Dogmatica__em_espanhol_.pdf. Para la definición de Dios fuera del tiempo vayan directamente a la página 39 del PDF.

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